En clave de rehenes
La anunciada respuesta militar terrestre de Israel a la matanza terrorista de Hamás todavía no se ha desencadenado. Se producen bombardeos recíprocos entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y los terroristas de Hamás en el sur del país, y de Hizbolá (brazo armado de Irán) en el norte. Mientras tanto, masas de musulmanes que residen en Occidente se han movilizado contra Israel y a favor de los terroristas. Principalmente en Europa, donde engordan rápidamente tanto por su alto índice de natalidad como por el coladero diario de miles de inmigrantes irregulares, mayormente musulmanes africanos, que huyen de la miseria de sus propios países. Son comunidades que no quieren integrarse en las sociedades que les albergan y rechazan su sistema de vida. Son movilizaciones que nos obligan incluso a declarar vergonzantes alertas contra yihadistas, que no pueden ocultar la relación antagónica con que el islam desafía a Occidente.
Lo más ridículo en tal escenario son las enfervorecidas proclamas de dirigentes políticos -el Gobierno español es un deplorable ejemplo de ello-, exigiendo a Israel «proporcionalidad» en la respuesta que aún está por venir. Esos catequistas de saldo deberían aclarar si lo que propugnan es que las FDI o bien no respondan a la terrible agresión sufrida como saben y pueden hacerlo, o bien que, en aras de una inusitada simetría, actúen de forma semejante a Hamás masacrando civiles, secuestrándoles y profanando cadáveres.
Muchos se preguntan por qué las FDI no han desencadenado todavía una potente respuesta militar terrestre, más allá del mero bombardeo de objetivos militares camuflados por los terroristas y empotrados entre la población civil de Gaza o el Líbano. Aquéllos, tal vez, no justiprecien la gran presión internacional, particularmente de EE.UU., sobre el Gobierno israelí para que el conflicto no desborde unos límites «manejables». Por ello, y como toda solvente acción militar terrestre exige una previa concreción de su finalidad, la de asolar la Franja, a sangre y fuego, estaría descartada. Porque, aparte de consideraciones morales, suscitaría agresivas reacciones internacionales que, seguramente, ni los EE.UU. -el gran valedor de Israel-, podrían soportar. No obstante, tras la devaluada visita de Biden a Israel con la cancelación de la prevista cumbre con los dirigentes de Egipto, Jordania e Israel, el presidente norteamericano regresó a Washington dejando en el Mediterráneo, entre otras fuerzas, la enormemente disuasoria de dos potentes grupos de ataque aeronavales que son un mensaje directo para Irán: o diplomacia o fuerza.
Las FDI, tras la movilización de 350.000 reservistas, sellan las fronteras con Gaza. Los 11 kilómetros de frontera entre Gaza y Egipto, los precinta el Ejército de este último país que, además, rechaza la entrada de refugiados palestinos; solo permite, con cuentagotas, la introducción de ayuda humanitaria por Rafah. El terreno tan profusamente urbanizado en la Franja, particularmente en su tercio norte, dificultaría las operaciones de medios acorazados y mecanizados pesados (carros de combate Mercava y los vehículos de transporte de tropas Namer). Aunque se empleasen inicialmente, sería aconsejable, en su caso, una acción israelí quirúrgica y muy selectiva con una previa y clara definición de objetivos alcanzables, que sirvieran de adecuada retorsión al daño sufrido.
Seguramente, en la lista de objetivos del Mando israelí la liberación de los secuestrados por Hamás (alrededor de 200) figura con la máxima prioridad. Esos rehenes se están convirtiendo en foco principal de atención para la sociedad israelí. Su rescate será clave y un factor determinante del comportamiento posterior de Israel. Previsiblemente, los terroristas les tendrán desperdigados por todo el sistema de túneles enterrados de Hamás, por lo que su localización y rescate requiere tiempo, pericia y una sólida actuación conjunta entre las agencias de Inteligencia israelíes, principalmente Amán (militar) y Shabak (seguridad interna), y elementales unidades de operaciones especiales y contraterrorismo que, previsiblemente, ya estarán moviéndose sigilosamente por la zona. Las operaciones de éstas deberán ser fulminantes para, en la medida de lo posible, evitar que los terroristas tengan tiempo de degollar a los rehenes…